domingo, 12 de diciembre de 2010

EJERCICIO 1º BACH.

Iba Jacinta tan pensativa, que la bulla de la calle de Toledo no la distrajo de la atención que a su propio interior prestaba. Los puestos a medio armar en toda la acera desde los portales a San Isidro, las baratijas, las panderetas, la loza ordinaria, las puntillas, el cobre de Alcaraz y los veinte mil cachivaches que aparecían dentro de aquellos nichos de mal clavadas tablas y de lienzos peor dispuestos, pasaban ante su vista sin determinar una apreciación exacta de lo que eran. Recibía tan sólo la imagen borrosa de los objetivos diversos que iban pasando, y lo digo así, porque era como si ella estuviese parada y la pintoresca vía se corriese delante de ella como un telón. En aquel telón había racimos de dátiles colgados de una percha; puntillas blancas que caían de un palo largo, en ondas, como los vástagos de una trepadora, pelmazos de higos pasados, en bloques, turrón en trozos como sillares que parecían acabados de traer de una cantera; aceitunas en barriles rezumados; una mujer puesta sobre una silla y delante de una jaula, mostrando dos pajarillos amaestrados, y luego montones de oro, naranjas en seretas o hacinadas en el arroyo. El suelo intransitable ponía obstáculos sin fin, pilas de cántaros y vasijas, ante los pies del gentío presuroso, y la vibración de los adoquines al paso de los carros parecía hacer bailar a personas y cacharros. Hombres con sartas de pañuelos de diferentes colores se ponían delante del transeúnte como si fueran a capearlo. Mujeres chillonas taladraban el oído con pregones enfáticos, acosando al público y poniéndole en la alternativa de comprar o morir. Jacinta veía las piezas de tela desenvueltas en ondas a lo largo de todas las paredes, percales azules, rojos y verdes, tendidos de puerta en puerta, y su mareada vista le exageraba las curvas de aquellas rúbricas de trapo. De ellas colgaban, prendidas con alfileres, toquillas de los colores vivos y elementales que agradan a los salvajes. En algunos huecos brillaba el anaranjado que chilla como los ejes sin grasa; el bermellón nativo, que parece rasguñar los ojos; el carmín, que tiene la acidez del vinagre; el cobalto, que infunde ideas de envenenamiento; el verde de panza de lagarto, y ese amarillo tila, que tiene cierto aire de poesía mezclado con la tisis, como en la Traviatta. Las bocas de las tiendas, abiertas entre tanto colgajo, dejaban ver el interior de ellas tan abigarrado como la parte externa, los horteras de bruces en el mostrador, o vareando telas, o charlando. Algunos braceaban, como si nadasen en un mar de pañuelos. El sentimiento pintoresco de aquellos tenderos se revela en todo. Si hay una columna en la tienda la revisten de corsés encarnados, negros y blancos, y con los refajos hacen graciosas combinaciones decorativas.

Fortunata y Jacinta, Benito Pérez Galdós

1. ¿A qué género literario pertenece este texto? Justifica por qué.

2. ¿Qué tipología textual se emplea? Justifica por qué lo sabes.

3. Analiza los fenómenos semánticos en el texto anterior.

4. Analiza los rasgos del andaluz que aparecen en este texto.

¡ Várgame los sielos!

¡Bárgame la tierra!

¡Lo que acarrea un testigo farso

Y una mala lengua

Alza la voz, pregonero

Y apregona que en el río

No hay agua para apaga

Un corasen ensendío

Qué triste será en la má

pasa la noche sin luna,

pero maz trizte ez viví

sin esperanza ninguna

y acordándome de ti.

3 comentarios:

  1. 1. Este fragmento perteneciente a la obra de Bebito Pérez Galdós, Fortunata y Jacinta, pertenece al género literario de la narración ya que en él un narrador en tercera persona omnisciente describe lo que ocurre en el mercado por el que pasea el personaje de la obra, Jacinta.

    2. Las tipologías utilizadas en este fragmento son las propias del texto narrativo:la narración, en las dos primeras líneas donde se cuenta qué hace Jacinta; la descripción se emplea en el resto del texto ya que se habla de las características del mercado.

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  2. 3. En este fragmento de Fortunata y Jacinta podemos analizar los siguientes fenómenos semánticos:
    Encontramos la sinonimia en las líneas 1 y 8, en los términos calle y vía que significan lo mismo; transeunte y público, líneas 18 y 19. También, aparece la antonimia en las líneas 20 y 23 donde los términos morir y vivos son antónimos complementarios dado que uno excluye al otro; la antonimia gradual la encontramos en negros y blancos, línea 32. En el texto hay palabras polisémicas, es decir, que tienen distintos significados según el contexto, como ejemplo la palabra puestos, en la línea 2; vía, en la línea 8; revela, en la línea 31. En este último término, también encontramos el fenómeno de la homonimia homófona ya que existe la palabra rebela cuyo significado y origen son diferentes. En cuanto a los campos semánticos destacan tres: el de los colores (anaranjado, carmín, bermellón,cobalto, verde, amarillo...), el de los alimentos (dátiles, aceitunas, naranjas, higos...)y el de los objetos (pandereta, percha, silla, cántaros, vasijas... ); dentro de estos campos semánticos color, alimento y objeto serían los hiperónimos y cada uno de los términos incluidos en los distintos campos son denominados hipónimos. Familias léxicas encontramos en los términos: pasaban (l.5)y pasando (l.7); cachivaches (l. 4)y cacharros (l. 17); chillonas (l.18)y chilla (l. 24); sillares (l.11) y silla(l.13); colgaban (l.22), colgajo (l. 28).

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  3. 4. En este poema encontramos los siguientes rasgos del andaluz:
    El primer rasgo que destaca es el seseo debido a la confusión entre los fonemas s y z: sielos (l.1), ensendío (l.8)y corasén (l.8); junto con el ceceo: maz, trizte, ez (l.11).
    Aparece también la neutralización de las líquidas implosivas /r/ y /l/: várgame (l.1)y farso (l.2).
    La apócope de consonantes finales se ve en apaga (l.7), será y má (l. 9)y viví (l.11); en los tres últimos ejemplos hay una leve aspiración.
    Por último se emplea un vulgarismo como apregona (l.6)y un cambio vocálico en corasen (l.8), donde la "a" se sustituye por "e".

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